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Conversatorio de Escuela de Ingeniería y Sociedad analizó en profundidad el rol de la tecnología en las sociedades actuales
La instancia contó con la presencia de destacados investigadores en materia de sistemas, ciencia y tecnología que, a su vez, integrarán el equipo de académicos de la escuela que se realizará a mediados de 2021.
A partir del éxito de la primera versión de la Escuela Internacional de Desarrollo Sustentable y Economía Circular, la Subdirección de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ingeniería, en conjunto con el equipo organizador, ideó dos nuevas temáticas: “Escuela de Ingeniería y Sociedad” y “Perspectivas del Análisis y Gestión del Peligro Sísmico”, que se llevarán a cabo en julio del próximo año.
En este contexto y con la idea de comenzar a relevar estas temáticas, se realizó el conversatorio “Ingeniería y sociedad: una mirada crítica de la tecnología para el análisis de la crisis sistémica en los actuales modelos de desarrollo”, que contó con la participación de la Dra. María Teresa Santander, directora y moderadora en esta instancia, junto al Dr. Alejandro Ochoa, académico e Ingeniero de Sistemas y el Dr. Claudio Herrera, Antropólogo e investigador asociado del Centro de Integración de Ingeniería y Sociedad, ambos de la Universidad Austral.
A modo de contexto, la Dra. Santander situó a las y los asistentes en el análisis en torno a la tecnología y a la relevancia de la integración entre la ingeniería y la sociedad. “Cuando hablamos de tecnología, no hablamos solamente de lo que identificamos como las nuevas TIC’s, sino que desde los inicios del ser humano nos hemos acompañado de esta sobrenaturaleza que hemos construido con esta capacidad que en un tiempo se llamó técnica, y que hoy día se llama tecnológica”, señaló, añadiendo que bajo su perspectiva, no todos los lugares están igualmente satisfechos con este avance tecnológico.
“Tiende a haber una puesta muy positivista sobre esto, de que tanto el crecimiento como el desarrollo van muy de la mano con la tecnología y hay grandes discusiones al respecto”, añadió la Directora de esta segunda escuela.
Con la idea de abrir la discusión, el Dr. Alejandro Ochoa indicó los fundamentos sobre los que se ha dado la discusión de tecnología y desarrollo, insistiendo en que el modo de mostrar la tecnología ha encontrado en el concepto de desarrollo, todo lo que nosotros conocemos como modernización.
Su presentación se denominó: “El reto para la ingeniería del presente: de una ética de procedimientos a una ética ecológica”.
La crisis sistémica, para el académico, puede entenderse de tres maneras. “Por un lado es aquel quiebre, el conjunto de actividades que al alcanzar un fin no es suficiente y se está derrumbando por muchas razones”.
Asimismo, añadió otra situación de crisis: del sistema de conocimiento. “Nos muestra que quizás falta otro modo de interactuar con el entorno. Tiene que ver con la necesidad de irrumpir con nuevas epistemologías y modos de dar cuenta del mundo”. Además, para el académico, va mostrando los límites de la ciencia y la arrogancia del afán de una respuesta tecnológica.
Por último, se da cuenta de la “crisis sistémica del sujeto, entendida en términos éticos como la incoherencia entre la acción y el discurso. Un ejemplo expresado por el Dr. Ochoa es el problema del Covid, ya que “más que salvar vidas, es evitar que los sistemas colapsen. Se valora el funcionamiento del sistema, en vez de poner en valor la vida humana”.
Hace también un análisis por el discurso del desarrollo, que “ha estado anclado al discurso de modernización y progreso que le corresponde a toda la humanidad”. Relata que el desarrollo es un acto deliberado y planificado, medible a través de indicadores objetivos. Pero si se analiza bajo la óptica del progreso para las periferias, entendidas como sociedades subdesarrolladas, “la legitimidad del discurso del desarrollo se va al piso, pero mucho más aún, también se revelan las grietas de las respuestas tecnológicas”.
Bajo esta lógica, es posible analizar la realidad del continente Latinoamericano, que en palabras del Dr. Ochoa, “ha sido objeto del modelo extractivista de desarrollo, que apunta al traslado de las materias primas de nuestros espacios a la producción de bienes que después no son devueltos en dispositivos, y tienen un valor agregado que los hace prácticamente imposible de consumir para la población”.
Sin embargo, el experto aclara que la ingeniería no se ha mantenido ajena a la posibilidad de construirse en términos de buenas prácticas. Esto se vincula con la “dimensión ecológica de la ética”, que reconoce que cualquiera sea el discurso y el fundamento, “es inevitable entender que la condición primaria del ser humano, en tanto individuo y especie, es de ser en la naturaleza”.
En ella, según concluye el profesor, “nos corresponde hablar en articulación con la humildad propia de un ser humano que se reconoce absolutamente vulnerable en términos biológicos y de vinculación con otros seres vivos en el entorno donde nos corresponde vivir”.
A su vez, el Dr. Claudio Herrera, segundo expositor, complementó el aspecto ingenieril con su expertiz antropológica. Su exposición se llevó a cabo en representación del trabajo que realiza actualmente con la Dra. María Teresa Santander, que se titula “Tecnología: una comprensión situada e intencional”
El especialista planteó la posibilidad entender las identidades de la tecnología. Para ello, intentó dilucidar el fenómeno tecnológico más allá de la materialidad, a través del concepto “estrato común”, referido al contexto a partir del cual se puede hacer un análisis. Bajo esta óptica, es posible revelar ideas y sensibilidades que tienen las comunidades relacionadas a estos avances, que son invisibilizadas desde otras perspectivas.
Con ello, según relató, es posible llegar a “nuevas miradas”, que ponen en cuestionamiento la funcionalidad de lo tecnológico, que resignifican el fenómeno. De esta manera, se pueden visualizar los entramados sociales detrás de lo analizado, cuya conclusión es que existe lo artefactual y lo sistémico. “Ahí podemos ir pensando a las identidades que adquiere el fenómeno tecnológico frente a nosotros como ciudadanos”, aclara el Dr. Herrera.
Un ejemplo de ello, señalado en la presentación, es la construcción de represas, que si bien podrían ser una solución ingenieril en aquellos territorios, hay pobladores que se movilizan para mostrar su rechazo a ese sistema.
En este punto de la discusión se plantea ¿tienen política los artefactos? El académico cree que sí. “El animal político tiene que resolver políticamente la implementación de un sistema tecnológico”. Y según concluye, a partir de este análisis, la implementación de las tecnologías tiene que realizarse en base a un consenso. Deben identificarse qué tecnologías convienen a cada contexto.
A partir de ambas presentaciones, la Dra. Santander planteó la conclusión de que ya no se habla de sociedad, sino de sociedades y más localmente, de comunidades. “Las personas nos hemos dado cuenta de que estamos convocados a considerarnos parte de los procesos decisionales, toda vez que estamos decidiendo sobre nuestra vida”. Con esto hace referencia a la incidencia de las decisiones tecnológicas, que ya son parte de nuestro cotidiano e influyen en nuestra vida.
Finalmente, la Doctora en Filosofía de las Ciencias, señaló: “qué cosa más humana que la tecnología si es hecha por humanos”, invitando a cuestionarse la paradoja de la humanización de un proceso construido por hombres y mujeres. Luego de este planteamiento, se dio paso a la ronda de preguntas, cuyo debate se llevó a cabo en base a la experiencia e investigación de la Dra. Santander y de ambos académicos de la Universidad Austral.
Por: Catalina Aguila V.